viernes, 2 de marzo de 2018

Camino de Santiago - día 22: Convertirse

Lucas 19, 1-10

 
1.Habiendo entrado en Jericó, atravesaba la ciudad. 

2.Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. 

3.Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. 

4.Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. 

5.Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa.» 

6.Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. 

7.Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador.» 

8.Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo.» 

9.Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, 

10.pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.»"

Biblia Católica Online


El camino me va cambiando y tengo nuevos propósitos en mi vida.
Pienso en los cambios en mi vida, para mejor o para peor, dinámicas que hoy me resultan inconvenientes.
El camino es una oportunidad para convertirse, sacar a luz la mejor versión de mi mismo.
Señor, ayúdame a convertirme en eso que, un día soñaste para mi.

rezandovoy.org

REFLEXION

Convertirme a una vida más sana, más generosa, amor a mi trabajo, a la valentía de ir tras lo que creo y no dudar tanto en caminar, a una vida más comprometida, para tratar a los demás con más amor, servicio, respeto y misericordia, a ser cada día más Tu.

@tardeteame

Sigue curvado sobre mí, Señor,
remodelándome,
aunque yo me resista.
¡Qué atrevido pensar
que tengo yo mi llave!
¡Si no sé de mí mismo!
Si nadie como Tú puede decirme
lo que llevo en mi dentro.
Ni nadie hacer que vuelva
de mis caminos
que no son como los tuyos.
Sigue curvado sobre mí,
tallándome,
aunque a veces de dolor te grite.
Soy pura debilidad, Tú bien lo
sabes.
Tanta, que, a ratos,
hasta me duelen tus caricias.
Lábrame los ojos y las manos,
la mente y la memoria,
y el corazón, que es mi sagrado,
al que no Te dejo entrar
cuando me llamas.
Entra, Señor, sin llamar,
sin mi permiso.
Tú tienes otra llave,
además de la mía,
que en mi día primero Tú me diste,
y que empleo, pueril, para
cerrarme.
Que sienta sobre mí tu ‘conversión’
y se encienda la mía
del fuego de la Tuya,
que arde siempre,
allá en mi dentro.
Y empiece a ser hermano,
a ser humano,
a ser persona.
¡Qué paciencia, Señor,
sobre Tu mundo,
que nosotros tratamos,
mal-tratamos,
como si fuera nuestro,
del primero que llegue,
el más astuto,
o el más ladino,
o de aquel o de aquella,
a quien no duele
pisar a los demás,
como se pisa
la uva en el lagar,
o una hormiga, o un escarabajo.
Sigue vuelto, Señor
con Tu sol y Tu lluvia
para todos,
para buenos y malos,
pacientes y violentos,
víctimas y verdugos,
lloviendo y calentando
esta tierra que somos.
Sigue haciendo germinar
en todos
la semilla que eres
¡Que la hagamos crecer,
sin desmayarnos,
entre tanta cizaña!
Y que dé de comer a mucha gente
pan Tuyo y pan nuestro
el que de Ti hemos aprendido a ser
 multiplicándonos.

Ignacio Iglesias, sj

(https://pastoralsj.org)