viernes, 15 de diciembre de 2017

Fariseos

Eternos inquisidores,
fiscales de conciencias,
de nariz arrugada
y mirada displicente,
coleccionistas
de faltas ajenas,
acusadores incansables,
porque rezas mal,
porque sales,
porque entras,
porque opinas,
porque callas,
por cómo vistes,
por cómo hablas
porque no estás
a su altura.
Jamás la misericordia
asoma a sus labios,
ni la palabra amable,
ni un atisbo de duda
sobrevuela sus exigencias.
Ellos tienen la llave
de un reino de la nada,
convencidos de ser
guardianes de las esencias.
Si tan solo
sintieran, por una vez,
que tan solo tu palabra
bastará para sanarnos.
(José María R. Olaizola, sj)
Rezandovoy.org

jueves, 14 de diciembre de 2017

Disolvente

En la oscura argamasa de mis días,
sobre el barro endurecido de mis miedos,
apareces con el pan que necesito
del consuelo y de la escucha,
del ¡te quiero! y la conversación.

Si, a menudo, no te siento, aquí, a mi lado,
ni adivino tu presencia en mis problemas,
tu palabra me sostiene en el vacío
anunciando que volverás, que vendrás
a disolver lo que ahora me acongoja.
¡Ven! Disuelve la cascada de aguas oscuras
que empantanan mi memoria hasta la ofuscación.
Disuelve las palabras crueles y asesinas,
que tan a su antojo transitan por mis venas,
desangrando lentamente la ilusión.
¡Ven! Disuelve esta sensación de soledad,
de separación, en la que a veces me aletargo.
No dejes que me suelte de los lazos
del amor, de la verdad, de la tierra
a la que Tú ligaste, para siempre, mi raíz.
Si Tú vienes, podrá encontrar mi lengua su saliva,
mis ojos llorar ¡al fin! sus desalientos,
mis manos, con las tuyas, tocar lo inalcanzable,
mis pies andar descalzos, por fuego, mar y tierra
y el corazón disolver sus trombos en tu misericordia.
(Seve Lázaro, SJ)

Rezandovoy.org

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Tengo tiempo

Oh, Señor, Tú has debido equivocarte en tus cálculos.
Hay un error general:
las horas resultan demasiado cortas,

los días se hacen demasiado cortos,las vidas son demasiado cortas.

Y Tú, Señor, que estás fuera del tiempo,
sonríes al vernos batallar con él.
Tú sabes lo que te haces,
Tú no te equivocas
cuando distribuyes el tiempo a los hombres,
Tú das a cada uno el tiempo justo
para hacer lo que quieres que haga.
Pero no conviene perder tiempo,
malgastar el tiempo,
matar el tiempo.
Pues el tiempo es un regalo que Tú nos haces,
pero un regalo fugitivo
que no se puede meter en una lata de conservas.
Señor, sí, tengo tiempo.
Tengo todo el tiempo mío,
todo el que Tú me das:
los años de mi vida,
los días de mis años,
las horas de mis días.
Todas enteras y mías.
A mí me toca llenarlas,
tranquilamente, con calma.
Pero llenarlas bien enteras,
hasta los bordes,
para luego ofrecértelas
y que de su agua desabrida
Tú hagas un vino generoso
como hiciste en Caná
para las bodas de los hombres.
Por eso hoy, Señor,
no te pido el tiempo de hacer esto
y aquello y lo de más allá.
Te pido solamente la gracia
de hacer bien a conciencia
lo que Tú quieres que haga
con el tiempo que Tú me das.
(Michel Quist)
Rezandovoy.org

viernes, 24 de noviembre de 2017

El Reino de Dios, se acoge

Me conmueve la delicadeza de Dios, al querer que el hombre sea tierra donde plantar la semilla de su Reino.
Si acepto ser tierra para que germine, inevitablemente crecerá y se extenderá, sin que yo sepa cómo y cuándo sucede esto… es un milagro, porque no somos capaces de ver con claridad el proceso, sino que vemos el contraste entre lo que fue y en lo que termina.
Participar del Reino con mi voluntad de ser tierra que acoge la semilla es la experiencia constante de conversión a la que San Juan Bautista, Jesús y luego los apóstoles y evangelistas invitan al hombre en la historia hasta nuestros días con la acción del Espíritu Santo.
En el momento en que acepto ser tierra, el Reino ya es una realidad, aunque aún sea promesa, un concepto único y novedoso que incluso hoy resulta desconcertante para este nuevo hombre dotado de conocimiento y ciencia.
Dónde radica la aceptación de esta realidad tan fuera de serie y desconcertante: en la fe y la humildad de quien se sabe amado por su creador que lo busca incansablemente y lo trae de vuelta a casa.


Después de María Santísima, el primero en acoger el Reino de Dios en Jesús, fue San José, que queriendo serle fiel a Dios, estaba dispuesto a abandonar a María en secreto.
Dios le confía una misión de salvación al Justo y le ayuda en las vicisitudes, porque ve que lucha por serle fiel en todo momento, Dios le guía en su conciencia.
Para anunciar el Reino de Dios, hay que acogerlo completamente y se acoge adhiriéndose a su mensaje generosamente.
La voluntad de Dios se manifiesta en el que es fiel. La Salvación se le confía como misión Divina, no humana.
La obra es de Dios, nosotros somos mediadores en Jesús y nuestra fidelidad se realiza en el seguimiento.

martes, 26 de septiembre de 2017

Pablo, un apasionado

Pienso que su juventud y pasión lo llevó a cambiar su suerte, de perseguidor a perseguido, ya que no sólo decide seguir a Jesús, sino que acepta las consecuencias de ese seguimiento. Pero para él sería en dos bandos en sus comienzos, pues no sólo lo perseguirían sus nuevos enemigos, sino los cristianos que le vieran acercarse a la comunidad, que querrían descabezarlo por todos los cristianos muertos bajo su espada.
Conversión significa, cambio total de dirección. Ir en dirección totalmente opuesta a la anterior.
Jesús mismo nos lo dice. A Dios se le da la cara o la espalda. “El que no está conmigo, está contra mi, el que no recoge conmigo, desparrama”. Es la radicalidad del seguimiento. ¿se puede dar este paso sin pasión?
La imagen de la caída del caballo, dice más de nuestro encuentro con el Señor de lo que imaginamos.
Pablo tuvo un momento de luz que entró en su corazón y su conciencia que le permitió ver la persona de Jesús.
Pablo cae en la cuenta de quién es aquel a quien persigue, no le queda otra cosa que dejar caer las estructuras que forjaron su vida anterior y construirla ahora con los verdaderos cimientos. Lo que le parecía ser el sentido de su vida, es ahora el sin sentido. La piedra que desecharan los maestros de la Toráh que él tanto amaba, era ahora la piedra angular.
Lo que Saúl creía, lo desdecía Pablo. Lo que Saúl anhelaba, lo aborrecía Pablo en su celo por su Señor.
Definitivamente este era un camino sin retorno, que no se puede recorrer en la tibieza, sino en un fuego devorador.


Pablo fue cautivado por ese amor de Dios en Cristo, tan intensamente, tan profundamente, que llega a decir: "me glorío en mi debilidad, porque cuando soy débil, entonces, soy fuerte."
Así de profunda se hace la unión entre Dios y el hombre. Llega a la entrega de si a tal punto, que se alegra de ser nada para que Dios entre en él, por que para Pablo, su vida sin Dios no tiene sentido, es estimada en nada.
Nunca nos niega la gracia, que es lo único que nos basta, porque la fuerza es de Él.
Sin el Amor, no podemos nada.

La calidad de la ofrenda

4:3 Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Yavé.
4:4 Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Yavé con agrado a Abel y a su ofrenda;
4:5 pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante.
4:6 Entonces Yavé dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante?
4:7 Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.
4:8 Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató.
4:9 Y Yavé dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?
4:10 Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.
4:11 Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano.


Vemos que en Caín y Abel, hay una diametral diferencia en la calidad de las ofrendas. Caín se siente seguro y con el derecho, por ser el primogénito, ese es su único mérito para tener la predilección de Dios.
Cuando ve amenazada su estructura mental, la percepción de si mismo en su relación con Dios, entra en pánico e indignación y replegado hacia si mismo completa su fatal ofrenda con el sacrificio de su propio hermano.
Lo mismo ocurre con los hermanos en la parábola del Hijo Pródigo. Si bien, el hijo menor se portó mal, su ofrenda de arrepentimiento y vuelta sincera y humilde al Padre le reestablece su dignidad. 
Y ocurre que el hijo mayor, también se cree merecedor de la predilección de Dios por ser el mayor y se limita a hacer lo “formalmente” correcto: cumplir la Ley. También entra en indignación y rechaza el perdón del padre.

No hay ofrenda más pobre que la soberbia; no hay ofrenda más maldita y fatal, que la insolidaridad que nos repliega y nos hace “hijos mayores” , con sed de venganza y condena.
“Si hubieseis comprendido lo que significa aquello de: ‘misericordia quiero, que no sacrificio’, no condenaríasis a los que no tienen culpa” (Mateo 12, 7).

Jesús ha bajado a recogernos hasta las más terribles miserias para levantarnos a todos y llevarnos de vuelta a Dios. El acto solidario más grande de la historia, debe ser fundamento y alimento, inspiración y referencia constante a la hora de presentar nuestras propias ofrendas. 
La gran ofrenda de Dios mismo en su Hijo Amado, es directriz para la ofrenda diaria de servicio al prójimo, que nos compromete y nos permita responder por la vida de nuestro hermano. Responder, significa dar respuesta, ser responsable y guarda de nuestros hermanos.
La ofrenda es la respuesta a Dios y no una pregunta que es deuda, sangre derramada que grita y clama a Dios por la falta de solidaridad.