martes, 15 de mayo de 2007
"Id también vosotros a mi viña" II
Dimensión de laicos como Iglesia: Caridad vivida como Amor de Dios y Amor Comunión.
Quienes están llamados a trabajar en la viña son los laicos, entendidos como miembros del pueblo de Dios y al mismo tiempo viven insertos en el mundo. Todos están invitados con sus cualidades personales a trabajar en la viña del Padre, donde cada uno tiene su puesto y su premio.
El laico está invitado a participar en la vida de la Iglesia, por consiguiente en la comunión íntima en la vida misma de Cristo. El laico adopta la vida de Cristo como propia (soy otro Cristo).
Esto quiere decir que desde siempre hemos sido pensados por Dios para ocupar un determinado lugar en el mundo y realizar en su viña, un trabajo que compartimos con su Hijo Amado.
Jesús, ha querido hablar a los hombres de su tiempo, comparando la viña con el nuevo pueblo de Dios y el trabajo con la misión de los Apóstoles y demás discípulos.
El que sean contratados a diferentes horas, se refiere a la llegada a la comunidad conforme se va realizando la evangelización, pero eso no es todo lo que le preocupa al evangelista, también interpela a sus oyentes a convivir con los gentiles conversos, llegados a las comunidades cristianas después que los israelitas. No hay ningún privilegio ni derecho adquirido frente a Dios.
Ese es un requisito básico para vivir en Comunión con Dios. Es más, Dios llega a ser en esto, modelo de familia y de comunidad unida.
Estamos hablando de un amor mutuo en una comunidad de seres distintos, unidos como nadie más puede serlo.
Como laicos, tenemos que ser factores de unión y no de división en la familia y en la comunidad. La Trinidad que habita en quienes están en gracia de Dios, ayuda a vivir en comunión entre las personas.
Como los hijos, de alguna manera, hacen a los padres en tanto que los padres se realizan y viven para sus hijos, Dios ha dispuesto todo por Cristo y para Cristo, pero así también Cristo es el Primer obrero que trabaja en la viña (Iglesia) y Dios a través de Cristo, llama a trabajar en ella.
Como Dios ha creado por Amor... así también nosotros trabajamos en la viña por ese mismo Amor que Dios nos comparte con su Hijo.
Lo primero que hay que recordar es que estamos creados a imagen y semejanza de Dios... que consiste en la capacidad de comunión, en otras palabras, capaz de amor...
por eso que el llamado a trabajar en la Iglesia es un llamado al amor y desde el amor, Dios nos llama por que nos ama: Dios crea amando y ama creando. Nos llama a ser iglesia.
Con esto último se entiende el sello que debe tener toda actividad humana. Que nada nos mueva en este mundo a hacer lo que hacemos, sino el amor, una pasión bien vivida es una pasión al servicio del amor, como Cristo en su vida pública y en su muerte en Cruz.
La conversión de San Pablo nos habla de la experiencia apasionada, antes por el odio, con Cristo por el amor.
La imagen de la caída del caballo, expresa la experiencia de vuelco en su vida, que ordena todas las cosas hacia una nueva dirección, si antes le movía el odio, ahora le mueve en otra dirección, el amor.
Jesús le dijo a Pedro: “sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”, esa piedra es el Amor.
En el A.T. refiere la transformación de un corazón de piedra por un corazón de carne, en la dimensión de la Ley moral escrita en piedra.
Para los evangelistas, la Ley moral Mosaica se ha vivido de forma imperfecta a la luz de Cristo, ha sido una carga insostenible, una ley dura, fría, externa y ajena, fuera del alcance de los fieles que ha causado mucho dolor al Pueblo de Dios.
En Cristo, esa Ley se hace ahora más humana. Es una ley divina, pero también humana, que se vive desde el corazón humano y el cumplirla potencia sus capacidades, lo libera hacia el verdadero bien e involucra toda su humanidad. Ahora la Ley, es Ley del Amor, con corazón de hombre.
Pedro es la piedra, que ya no es fría, dura y pesada. Es el corazón humano que participa de la Gracia Divina que inscribe esta Ley en su interior.
La Iglesia la edifica Cristo sobre el Amor, lo único sólido, que no pasará jamás.
En este contexto del Amor es que: "a nadie le es lícito permanecer ocioso"
Es que el Amor nos mueve. Si estamos llenos del Amor de Dios, no estamos detenidos, sino en constante movimiento.
En la Parábola de la viña, los hombres que el dueño de la viña se encuentra, están detenidos, estáticos, porque les falta el Amor.
Pensemos en el papel del laico frente a las realidades de nuestro mundo. La falta de compromiso que tenemos como laicos y dejamos que ocurra porque a nosotros no nos molesta el mundo: mientras a mi no me pase entonces estoy bien, pero Jesús es enfático en esto: no debemos dejar lo que le sucede al hermano desposeído, al humillado, al pobre.
El pecado de indolencia lo cometen personas que no son malvadas, quieren a sus familias, van a la Iglesia, rezan y dan limosna a las obras de caridad, pero no se compadecen eficazmente del sufrimiento de los pobres. El compadecerse “eficazmente” significa que me duelo del dolor de otros por amor y por ende, me moviliza a hacer algo.
La indolencia comienza por no querer ver. Uno podría decir: “Yo no soy rico, ni vivo espléndidamente” y le tira el Evangelio a otros. Esto no es sincero. Estamos en una sociedad que compartimos, donde todos tenemos algo que hacer. Se trata de un pecado, que no es solamente de unos pocos; es también un pecado social.
Eso deja claro si estamos o no viviendo en la dimensión del amor, por tanto como Iglesia para trabajar en ella, sin esa dimensión no somos obreros de la viña y en este estado estamos impidiendo que otros sean llamados.
No solo damos a conocer al pobre el amor de Dios, sino, que a través del amor de Dios, nosotros también podemos llamar a otros a trabajar en la viña.
A los pobres, desde que les iluminamos con la presencia de Cristo un nuevo camino, en que le encuentren un sentido a sus vidas, ellos también pasan a ser obreros en la viña, porque desde ese momento pasan a compartir el Amor de Dios.
¿Como laico comprometido, cómo vivencio la dimensión del amor por nuestra Iglesia?
¿En qué aspecto doy a conocer a los pobres, al desposeído la vivencia del amor?
¿Si Cristo dijo a Pedro: “sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”, cuál es la Iglesia que estoy construyendo día a día?